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Aunque parezca que juega al escondite

Cuando somos pequeños y metemos los dedos en el enchufe, los padres rápidamente nos quitan la idea con un manotazo y un regaño. Nosotros, como niños que somos, no lo entendemos y lloramos, pataleamos, porque nos han quitado nuestra maravillosa idea de diversión y pensamos en lo malos que son por hacernos sufrir de esa forma. Crecemos, y solo damos gracias por tantas y tantas veces que nos han salvado la vida con esas pequeñas cosas.

Con Dios pasa lo mismo, que a veces hay que confiar en que Él de males saca bienes, y que todo lo que nos pasa tiene un sentido. También en este momento tan difícil que estamos viviendo, le podemos encontrar, si vemos con sus ojos, si nos fiamos de Él y tratamos de entender el mensaje que nos quiere dar.


En el Evangelio de hoy el Señor nos dice:


Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19): EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Los mandamientos no son limitaciones a nuestra libertad, al contrario, son flechas que nos indican dónde está la felicidad de verdad, la grande, no la cómoda.

También ahora tenemos la oportunidad de vivir de la forma que Dios nos indica, que es la mejor, la que nos garantiza la plenitud.

El es ese Padre bueno que nos dice que no metamos los dedos en el enchufe. Es el Padre bueno que está siempre a nuestro lado, aunque a veces parezca que juega al escondite.




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